En palabras de Cañal de León (2002), la innovación educativa hace referencia a un “conjunto de ideas, procesos y estrategias, más o menos sistematizados, mediante los cuales se trata de introducir y provocar cambios en las prácticas educativas vigentes”.
La innovación educativa, además, va asociada al cambio y tiene un componente – explícito u oculto – ideológico, cognitivo, ético y efectivo. En tanto que cambio planificado, deliberado e intencionado, las propuestas de innovación pedagógica surgen en contextos temporales y poseen una génesis y evolución propia.
En todo proceso de innovación sea o no pedagógica hay que tener en cuenta las resistencias al cambio (Robins,1996)
Para Tejada (1998) las resistencias a la innovación educativa son “las dificultades inherentes e ineludibles al mismo proceso de cambio y como tal hemos de asumirlo. Incluso, podríamos afirmar que la propia resistencia es una necesidad para el propio cambio, de forma que si no fuera así, este sería automático”.
Así, la innovación educativa es un proceso de definición, construcción y participación social.
Siguiendo a Escudero (1988), debe pensarse como una tensión utópica en el sistema educativo, en los centros de enseñanza y en los agentes educativos.
Significa más un proceso de capacitación y potenciación de las instituciones educativas y sujetos que una simple implantación de algo nuevo o diferente. No puede agotarse en sólo enunciaciones de principios o buenas intenciones. Requiere la articulación de procesos y el establecimiento de una estructura de roles complementarios
Aceptamos que el proceso educativo se concreta en el proceso de aprendizaje, el proceso de enseñanza, la formación docente y los recursos y materiales de aprendizaje. En este sentido, la innovación del aprendizaje implica diversos aspectos que conducen a la búsqueda de un aprendizaje: significativo, autogestionado, integral y metacognitivo.
Por su lado, la innovación en la enseñanza significa acompañamiento, mediación y coparticipación en la construcción de conocimiento. Esta concepción remite a la enseñanza como
→Un proceso planificado
→Una construcción conjunta
→Una tarea creativa
→Una práctica sujeta al aprendizaje
Los procesos de innovación son capaces de generar nuevos conocimientos (saber didáctico profesional) y están mediados por procesos de sistematización (investigación de, para y en la acción) que representan en gran medida la condición sine qua non de los procesos formativos.
La innovación educativa tiene sus protagonistas. Fullan y Stiegelbauer (1991), en The New Meaning of Educational Change, identifican como actores principales relacionados con los roles de agentes de cambio y de la innovación:
docentes,
director/a y equipo directivo,
alumnado,
la comunidad, en la que incluyen a familias.
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